Tras más de un año en el que el mundo se paralizó y que la industria del entretenimiento se fue a un abismo del cual apenas empieza a ver asomos de luz, muchas bandas tomaron como opción para poder mantenerse un poco en pie fue la hacer shows en línea.
Entre todas las opciones que hemos podido encontrar a lo largo de este año, una llamó la atención desde su mero anuncio: La de los suecos Avatar, una de las agrupaciones sensación del metal a nivel mundial.
A diferencia de las propuestas que ya conocíamos, donde la banda simplemente se paraba en un escenario, metía la producción que podía dentro del espacio en el que destinaban a tocar y transmitían, Avatar prefirió irse por otro lado: Cuatro shows, con cuatro propuestas diferentes, divididas en cuatro eras: La de la locura, la de los sueños, la de la ilusión y los recuerdos.
Avatar nos demostró a lo largo de los cuatro shows, que no se necesita una enorme producción para ser impresionantes. Si bien no podemos decir que era mala, porque era todo menos eso, sí bien podríamos decir que fue discreta. Apenas unas luces que mostraban el nombre de la banda en la parte trasera, unas sillas y puro Avatar. Incluso, el último show la banda se desprendió de toda la pose y dejaron hasta el maquillaje atrás, demostrando que cuando una banda es buena, se puede prescindir de cualquier otro elemento para satisfacer a su público y dejarle todo el trabajo a la música.
Además, la banda decidió que ellos no elegirían el setlist que interpretaría en cada una de las “eras”, sino que serían los fans a través de una votación los que decidirían a final de cuentas. Bueno, en casi todos los casos, pues el primer show fue una suerte de introducción a su nueva producción, ‘Hunter Gatherer’, lanzada hace apenas unos meses.
Avatar nos llevó en sus cuatro shows a un ameno recorrido por sus veinte años de trayectoria musical y nos dejó claro que si bien no sabemos cuando terminará la pandemia y podamos regresar a poder verlos sobre un escenario real, la opción de verlos a través de una pantalla no es para nada mala, al menos mientras podamos volver a juntarnos todos detrás de una valla de seguridad.
