Los espíritus de la naturaleza hacen acto de presencia, cuatro músicos enmascarados se fusionan mediante una vistosa parafernalia con su animal guardián, y a través de composiciones que oscilan entre el rock, grunge, metal, folk y etno, presentan ante el público una propuesta de fusión de la cosmovisión originaria chiapaneca con música contemporánea.
Para cerrar el programa Estruendo multilingüe. Ciclo de música contemporánea indígena, realizado por segunda ocasión el Museo Universitario del Chopo, se presentó en el Foro del Dinosaurio Vayijel (“Espíritu Animal Guardián”), banda oriunda de San Juan Chamula, Chiapas. El público asistente, que casi llenó el foro, asistió a un recital en el que, acaso por primera vez, escucharon la lengua tzotzil o tsotsil, propia de los integrantes regulares del conjunto: Óscar López, voz y guitarra, Hugo López, guitarrista principal, David, bajista y Xun Gómez, batería.
Vayijel interpretó los temas de su primer material discográfico, “Vayijel”, aunque abrió con “J’ilol”, tema lanzado a principios de este año. “Vaichil”, una interesante pieza sobre mundos ficticios, “Pukuj”, “Jvalopat ok”, una emocionante pieza sobre el temor de los tzotziles a la naturaleza, en específico cuando se trata de imitarla y ella viaja por el viento para devorar a quien ose imitar su voz. “Bolomchon”, acaso su rola insignia, que fusiona las sonoridades tradicionales con rock melódico y que según Óscar, el vocalista, representa a su pueblo y estado. Y por supuesto se interpretó la extraordinaria “Kux kux”, que adentra a las profundidades de la cosmología de los integrantes de Vayijel.
El concierto de Vayijel es revelador no nada más por el valor intrínseco de la propuesta musical de la banda, sino también porque significa una confrontación positiva del espectador común, habituado al español y al inglés, con la lengua materna en la que la agrupación interpreta sus rolas. En efecto, Vayijel sobre el escenario pone de manifiesto la falta de normalidad de las lenguas originarias en México, es decir su desconocimiento generalizado. Es muy evidente lo desconcertante que puede sonar el tzotzil para el público, habituado, sobre todo psicológicamente, a que el rock se canta, primordialmente en inglés, y luego en lo que sea.
Sin duda Vayijel tendrá que atravesar por una evolución, habrá que mejorar la performance vocal, así como la presencia escénica de la banda, no obstante, los elementos básicos ya están allí para continuar con su rápido ascenso: compromiso del grupo con su proyecto, y las letras de las canciones, que giran en torno a elementos de la cosmovisión e idiosincrasia de su pueblo, por lo que abre una ventana cultural muy importante a los escuchas, quienes mediante sonidos familiares, se adentran a un universo fascinante, específicamente la fauna así como su profunda relación con su tierra.
Lo anterior da la posibilidad a Vayijel de crear un fandom que desarrolle un lenguaje gestual y verbal propio y original, que entusiasme tanto a indígenas como a los mestizos a gritar, cantar y entregarse a la banda en tzotzil, tal como lo hace cualquier otra banda y su legión de seguidores en las lenguas de su preferencia.
En esta época en la que hay mucha música dedica exclusivamente a la gratificación inmediata, es relevante que Vayijel proponga al escucha que haga un esfuerzo extra de investigación y de apoyo a su razón de ser: “Nosotros cantamos en tzotzil, que es nuestra lengua materna, para fortalecer la identidad de los jóvenes, para que no se pierda nuestra lengua, para darle fuerza a lo que somos, nuestra cultura”.
Se debe extender al Museo del Chopo, especialmente a su director, José Luis Paredes Pacho, por el éxito y calidad del ciclo Estruendos Multilingües y esperamos que se vuelva una gran tradición del museo bajo su cargo.