Una de las bandas que más han llamado la atención de propios y extraños dentro de este amplio mundo del rock, sin duda son los británicos Sleep Token, quienes han lanzado su cuarto álbum de estudio, Even in Arcadia a través de RCA Records. Para este nuevo álbum, la banda abandona cualquier pretensión de pertenecer a un solo género y se adentra en un terreno aún más introspectivo, oscuro y envolvente.
Desde los primeros segundos del álbum, con la delicada pero tensa “Look to Windward”, queda claro que Sleep Token no tiene interés en repetir fórmulas. Aquí no hay riffs por el simple hecho de ser pesados, ni ganchos melódicos diseñados para el algoritmo. Cada canción es una pieza emocional que parece esculpida con precisión quirúrgica, como si Vessel se desnudara ante el oyente, no con la urgencia del dolor, sino con la calma resignada del que ha estado demasiado tiempo en la oscuridad.
El título Even in Arcadia es un eco del famoso epigrama latino “Et in Arcadia ego”, una frase asociada al arte barroco y a la idea de que incluso en el paraíso, la muerte (y por extensión, el sufrimiento) está presente. Esta visión melancólica y existencial se filtra a lo largo del disco como un hilo invisible. En “Emergence”, por ejemplo, el beat electrónico que late como un corazón agitado se entrelaza con coros celestiales y riffs etéreos que estallan en una súplica contenida: no gritan, imploran.
Una de las joyas del disco es ‘Caramel’, que a primera escucha parece una balada sensual al estilo de The Weeknd, pero cuya letra revela una crítica velada al culto a la imagen, a la adicción a la validación externa y al peso de la exposición constante. Vessel canta con una voz rota por dentro, acariciando sílabas que queman con su dulzura. El contraste entre la producción pulida y los temas ásperos se vuelve casi insoportable… pero eso es precisamente lo que hace que funcione.
“Gethsemane”, otra pieza central, toma su nombre del huerto bíblico donde Jesús enfrentó su noche más solitaria. Y así suena: como un lamento contenido, que estalla con guitarras densas y sintetizadores amenazantes cuando la angustia ya no puede reprimirse. Aquí, Sleep Token no ofrece respuestas, solo espacios para el eco de nuestras propias preguntas.
En el plano temático, el álbum es un tratado sobre la fama, el yo fragmentado y la búsqueda de un sentido dentro del ruido. En “Infinite Baths”, las líneas entre lo físico y lo espiritual se difuminan; entre voces susurradas y ritmos que recuerdan al trip-hop noventero, la banda sugiere que tal vez no haya redención, pero sí belleza en el intento.
Pero esa es la paradoja central de Even in Arcadia: es un disco que exige tiempo, atención y entrega. No está diseñado para complacer de inmediato. Es como mirar un vitral desde lejos y sólo descubrir sus verdaderos colores cuando la luz lo atraviesa desde el ángulo correcto.
Even in Arcadia representa un paso audaz para Sleep Token, consolidando su lugar en la escena musical contemporánea. Es un álbum que desafía las expectativas y ofrece una experiencia rica y multifacética, tanto sonora como emocionalmente.
