Hemos leído diversos estudios, publicados por distintos medios a nivel nacional e internacional, que tratan acerca de la estrecha relación que hay entre el género del metal, la personalidad de quienes escuchan dicho género y su lado psicológico. Muchos hablan de que el metal relaja, al mismo tiempo que tiene un efecto de catarsis en quienes lo escuchan. Por otro lado, dentro de la sociedad, hay quienes emiten críticas severas contra los metaleros: “¡Uy!, Satánico”; “Mugroso”; “Loco…”; “¿Qué es eso? Puro ruido”… entre otros comentarios infamantes.
El metal es un vasto género musical que mueve grandes masas a nivel mundial; es un fenómeno social que, hasta cierto punto, llega a repercutir en lo “político” (ese es otro tema), que no busca, propiamente, alterar el orden ni la paz en ningún orden social, político o cultural. Al contrario, la hermandad que demuestra el público metalero se ve reflejado en los distintos eventos masivos que se realizan en distintos países por todo el mundo; no se trata tampoco de promover la paz y el amor como hippie, sino de compartir el gusto y la bonita afición de ser metaleros.
Porque ser metalero no es simplemente llevar el cabello largo y vestir de negro con una playera de tu grupo favorito, ser metalero va más allá, es sentir la pasión por la música y dejarte llevar por la magia y la fuerza que transmite el género más fantástico y fascinante que existe. Si, habrá quienes gusten, dentro del infinito mundo del metal, de los innumerables subgéneros que este ofrece y, sobre todo, de la infinidad de bandas que existen en el amplio catálogo musical. Y a pesar de ello, no faltan los comentarios picosos y sátiros acerca de determinados subgéneros y bandas. En el metal también hay “discriminación”. Pero es parte del show. ¿Qué sería del metal sin los black metaleros? (para que les digan panditas), o de bandas como Limp Bizkit (para que les digan los NSYNC del metal), o de Slipknot, Rammstein, Linkin park… (para que te digan “poser”), o de los fans empedernidos de Metallica, Megadeth, Black Sabbath o Judas Priest (para que te digan chavo ruco y retrograda), o de los metaleros fanáticos del death metal más crudo (para que te digan “true”), en fin, no dejamos de ser una gran familia que comparte un mismo sentimiento y que tenemos un gran arraigo.
Esos estudios dicen que “quienes escuchan metal son más inteligentes”; “escuchar heavy metal te relaja”; no sabemos si eso sea cierto <<se deja a criterio de nuestros amables lectores>>, lo que si es cierto es que no somos “Satánicos”, ni mucho menos facciosos o algo que se le parezca, no ondeamos la bandera de la destrucción o la violencia. Manejamos un lenguaje universal; Nuestra filosofía es simple: el metal.
Si es cierto: Estamos locos… locos por el metal.