No me atrevía siquiera a verlo. Con las terribles decepciones que habían sido Thirteen y Super Collider, Megadeth dejó mucho que desear. En su innecesaria búsqueda de un sonido radial, sus millones de fans alrededor del mundo fueron puestos a un lado a favor de llegar al hit parade (logro que habían conseguido en el ’92 con Countdown to Extinction…).
Ahora llega Dystopia, un álbum que muchos habían catalogado como un regreso al sonido thrash, de alta carga política como el buen Mustaine nos tenía acostumbrados. Tal como lo dice su primer track The Threat is Real, tales comentarios eran verdaderos. Hay una madurez en el canto, lleno de fúricos gruñidos que invocan al fin del mundo, comparados a la voz de trueno de Chuck Billy.
Con el tema que bautiza al disco, tenemos algo más power que dividirá a algunos pero definitivamente posee buenos valores de composición. Fatal Illusion, nos recuerda el gran bajista que es David Ellefson, que no tocaba así desde Endgame (2009).
Los siguientes temas, Death from Within y Bullet to the Brain, pasan sin pena ni gloria, como una especie de remanente del sonido noventero que manejaron en Cryptic Wings. Hasta aquí es un disco decente sin ser espectacular, aunque el segundo acto, apenas está por comenzar.
Cual obertura digna del Rust in Peace, comienza Post American World, un tema thrash agresivo con una gran letra: ¿cómo será el mundo cuándo permitamos que EUA controle todo? Poisonous Shadow disminuye en potencia, con su acústica introducción. Es al terminar que entra, a manera de epílogo, Conquer or Die!, instrumental que prueba el talento de Kiko Loureiro más allá del tradicional power que conocemos en Angra.
Prosiguen Lying in State, The Emperor y Foreign Policy (cover de Fear), cánticos punk que reafirman la posición cuasi anárquica de nuestro pelirrojo frontman. Megadeth volvió de la manera que amamos: con la voz en alto, riffs pesados y una fuerte crítica.
Las participaciones de Loureiro y Chris Adler en la batería (Lamb of God), refrescan el sonido soso que la banda manejó a inicios de la década. De no ser por la temerosa primer parte, Dystopia fácilmente podría ser la primer gran obra de 2016. ¡No se lo pierdan!