Hay discos que no se escuchan: se atraviesan. You Heartbreaker, You, el segundo trabajo en solitario de Jehnny Beth, es uno de ellos. No está diseñado para complacer, sino para desarmar. En vez de abrirse con una bienvenida, lo hace con un golpe seco al estómago: una advertencia de que lo que sigue será brutal, honesto y, sobre todo, profundamente humano.
La artista francesa, conocida por su intensidad escénica y por haber liderado Savages con una mezcla de elegancia y furia, lleva aquí su propuesta al límite de lo emocional. Este no es un disco de desamor, sino de desintegración: del cuerpo, del lenguaje, de la noción de control. Beth no busca belleza en el caos: la expone tal como es.
Desde el primer tema, Broken Rib, queda claro que este álbum se mueve entre el instinto y el cálculo quirúrgico. Las guitarras raspan, las voces se debaten entre susurro y alarido, y el ritmo parece construido más desde la respiración que desde la métrica. En No Good For People y Obsession, esa tensión se hace cuerpo. Hay algo inquietante en la forma en que repite frases, como si buscara expulsar un pensamiento imposible de erradicar.
Out of My Reach y I Still Believe marcan un cambio de temperatura. No menos intensas, pero sí más abiertas al espacio, más frágiles en su estructura. Aquí la emoción es contenida, casi clínicamente sostenida, como si al dejar entrar un poco de aire, todo el edificio pudiera colapsar. Pero no colapsa. Se mantiene, tambaleante, honesto.

En la segunda mitad del álbum, Stop Me Now y High Resolution Sadness recuperan la carga física. Hay urgencia, pero también dirección. Beth no grita por gritar; cada estallido está diseñado para tener un impacto medido, exacto. High Resolution Sadness es, posiblemente, el corazón conceptual del disco: una idea lúcida del dolor como claridad absoluta.
El cierre, I See Your Pain, no ofrece consuelo. No hay clímax emocional, no hay redención. Solo una voz que observa, que reconoce la herida ajena sin prometer alivio. Es una de las decisiones más inteligentes del álbum: no terminar con un himno, sino con un susurro que persiste.
You Heartbreaker, You no es fácil de escuchar. Es abrasivo, tenso, incluso incómodo. Pero esa incomodidad es precisamente lo que lo convierte en un trabajo relevante. Jehnny Beth ha hecho un disco que no seduce: sacude. Y en ese sacudón hay arte verdadero.










