Cuando se está en la tierna adolescencia, difícilmente alguien entendería un álbum como Sanctus Diavolos, primer obra que pasó ante mis oídos de los griegos Rotting Christ. Se trataba de un sonido diabólico, pesado, poco digerible. Tardé años en poder apreciar la complejidad que con cada disco, fueron alimentando. Ahora reaparecen en la escena tras su Κατά τον δαίμονα εαυτού (2013) y llega Rituals, treceavo material que sigue esta misma línea atmosférica, aprovechando su influencia mediterránea que los vuelve únicos. In nomine dei nostri, resalta una gran fusión de black con industrial, digna de Godkiller si siguieran existiendo.
Ze Nigmar, blasfemo canto gregoriano que nos recibe entre agónicos gruñidos, es un tema en arameo que mofa la lengua nativa de Cristo. Conocida por sus fans desde el año pasado, Elthe Kyrie es agresiva, con el mejor solo de guitarra incluido en toda la obra. La canción que engloba todo el concepto litúrgico que aborda el material es Les Litanies de Satan (Les Fleurs du Mal), inspirada en el texto de Baudelaire del mismo nombre que consiste en una renuncia a la religión católica, con fragmentos de la Misa que reemplazan la palabra Satán, con María, elevando así el nivel de herejía. Este mismo tema lo plasmó Diamanda Galás e inclusive nuestros Transmetal para su disco Tristeza de Lucifer.
Tou Thanato sigue en la misma dirección oscura, con riffs densos y la presencia de un coro digno de tragedia griega. Para el único track en inglés, Voice Like Thunder, contaron con la presencia de una auténtica leyenda del gótico: Nick holmes, of Paradise lost, quien más que cantar se dedicó a recitar una de las invocaciones del disco. Es aquí cuando uno comienza a percatarse que Rituals, es más concepto que composición. Los últimos tres temas: Konx Om Pax, The Four Horsemen and Devadevam, caen en el terrible hastío de la repetición. No es más que un medley del Black Metal más genérico de su carrera, sin una pizca de creatividad.
Triste, pero el álbum no alcanza ningún tipo de climax; las virtudes que ofrecen, se estancaron en las primeras canciones. A pesar del esfuerzo sobrehumano de conseguir una cohesión entre cada letra, la emoción decae al grado de que una vez terminado, el escucha queda indiferente. A menos que los hermanos Tolis preparen una tremenda puesta en escena para acompañar Rituals, sería complicado darle una justificación a este cierre. Es un buen disco, hasta ahí, pues no explota por completo su potencial. Recomendado más que nada a los fans de la banda, si es que les han gustado los tres últimos discos.