Los que no nos quedamos en casa a ver la vergonzosa derrota de la Selección Mexicana en la Copa América contra Chile, fue porque teníamos algo mejor que hacer, como por ejemplo ir al concierto que los polacos Hate dieron en el Bolívar Room. Sin embargo, si pensaron que nos salvamos de una mala experiencia, dejenme decirles que fue uno de esos días en donde todo salió mal para todos.
El show estaba programado para comenzar a las 8 de la noche y que al final de cuentas tuvo más de 3 horas de retraso, cortesía de un eterno soundcheck que nunca dejo satisfecho al ingeniero de la banda. Afuera el frio calaba en la fila y duele más con cada gol chileno escuchado en el radio de algún fan que seguía el partido.
Hate, tal y como se había prometido ofrece una rápida firma de autógrafos lo cual retrasa el inicio del show hasta casi medianoche, obligando a los organizadores a modificar todo el itinerario dejando a todos los grupos que abrirían a tocar después de los polacos.
Después de la eterna espera, los polacos por fin hacieron su aparición en el escenario y abre hostilidades con una triada brutal conformada por “Into Burning Gehenna”, “Erebos” and “Alchemy Ov Blood”. La gente parece haber olvidado la tardanza y se dedica a agitar las melenas y alzar las manos con cuernos metaleros en el recinto. La muy reciente “Hearts Of Steel” and “Omega” -uno de uno de los puntos más altos del concierto- continúan con la noche y los músicos con sus caras pintadas de blanco con negro al más puro estilo black metal son los amos y señores del foro.
“Quiero escucharlos hacer ruido, ¡fuerte! No sean maricas” ordena Adam Buszko al micrófono, para entonar “Valley Of Darkness”, una de las melodías más densas y largas y que precede a “Wrists” con su sonido mucho más rápido y acorde para un buen headbanging. Pero todo esto es nada comparado con lo que sigue, pues los originarios de Varsovia descargan “Hex” y el Salón Bolívar por fin despierta mientras el slam y frenesí de los metaleros explota haciéndonos pensar que el show por fin será brutal… pero no fue asi.
Hate ejecuta “Resurection Machine”, pero a poco más de la mitad de la canción el audio truena y los instrumentos de cuerdas dejan de oírse casi por completo. La banda termina el tema en cuestión con ese desperfecto y simple y sencillamente se van del escenario. Sin dar opción de que se arregle o se subsane el desperfecto, los polacos se despiden, argumentando que esperan regresar en otra ocasión pero que no pueden tocar así y sin más abandonan la tarima dejando a su público deseoso de más de su música. Sabemos lo incomodo que es como músico falle el audio en tu presentación pero ¿no se pasó por eso tu ingeniero más de 3 horas checando que todo estuviera bien? ¿No podían al menos otorgar a los organizadores un poco más de tiempo para intentar componer el daño en el sonido y continuar? Los fans ya habíamos esperado mucho, otro poco era una raya más al tigre. Pero al final los polacos se fueron entre abucheos y caras de sorpresa. Para muchos la velada metalera continuó, pues se quedaron a ver la presentación de las bandas que se suponía abrirían el concierto. Para otros pues quedo ese mal sabor de boca de que pareciera que Hate, haciendo gala a su nombre… odió dar este show.