En Rusia uno de los fenomenos culturales y artísticos más famosos de los últimos años son las Pussy Riot. Las Pussy Riot son un colectivo de mujeres que bajo la bandera de un sonido punk con tendencias electro-experimentales se han hecho notar como defensoras de los derechos de la mujer, las comunidades LGTB, la libre expresión y más recientemente a ataques y críticas frontales al gobierno del mandatario ruso Vladimir Putin.
Impactantes visualmente tanto por su indumentaria llamativa y colorida como por el uso de pasamotañas, su sonido ha ido mutando con el tiempo de bases de rock, punk y un poco de grunge, hasta un sonido en la actualdidad mucho más cercano al rock psicodélico, el hip hop y la música electrónica alternativa. Pero siempre con performances llenos de protesta y líricas que hacen alusión a la lucha social, el feminismo y la resistencia.
Pussy Riot saltó a la fama de manera radical en el año 2012 cuando decidieron irrumpir en la catedral ortodoxa del Cristo Salvador de Moscú y despúes de algunas reverencias religiosas sarcásticas comenzaron a tocar una canción donde pedian la renuncia del presidente Putin. Como resultado de esta acción fueron detenidas Maria Aliójina “Masha”, Yekaterina Samutsévich “Katya” y Nadezhda Tolokónnikova “Nadia Toloknó”. Durante el juicio las mujeres se sometieron a una huelga de hambre y no obstante esto, fueron sentenciadas a 2 años de carcel. El concierto en la catedral sería grabado y usado posteriormente para el videoclip de la canción en cuestión.
A lo largo de varios años se han sumado denuncias de este colectivo de intimidación y maltrato hacia ellas y sus seguidores, y no han dejado de dar de que hablar hasta el año 2018, en el que nuevamente se pusieron en el ojo del huracán al ingresar al campo de juego del Estadio Olímpico Luzhnikí en pleno juego final de la copa del mundial de fútbol entre la selección de fútbol de Francia y Selección de fútbol de Croacia. Fueron las 3 integrantes del colectivo y un hombre que más tarde se identificaría como Pyotr Verzilov, marido de Tolokonnikova. En esta ocasión el castigo serían 15 días de carcel y una multa económica. El colectivo se pronunciaría como responsable del acto de manera posterior, argumentando era la oportunidad perfecta para que el mundo conociera el estado de represión y privación de los derechos humanos que se vive en Rusia.
Pussy Riot es sin duda un colectivo rebelde y radical, que ha encontrado en la música una vía de comunicación de lo que ellas consideran desigualdad y autoritarismo en su nación, y han sabido ganarse el respeto de muchos así como el odio de otros cuantos, a nivel internacional.