Andrew Stockdale regresa tras dos años de ausencia con Victorious, álbum que promete seguir la misma línea rockera que desde 2005, ha sido infalible, en la mayoría de los casos. Si se perdieron New Crown (2014), este es un resumen: a pesar de los émulos por alcanzar a Led Zeppelin que en algunas ocasiones, funciona magistralmente, el disco perdía sentido cuando repentinamente había canciones tipo Blink-182. Consciente de esto, el frontman de Wolfmother no tomó riesgo alguno y nos entrega un decente trabajo de hard rock. Y es así como se puede resumir a este nuevo disco: Sin riesgo alguno.
Comienza con The Love That You Give, tema que nos da idea de la dirección que ha tomado la banda: rock de estadio. En Victorious, su primer single, notamos una melodía pop en su voz junto a un coro precisamente, para una gran audiencia. Con Baroness, recordarán que alguna vez Lenny Kravitz hizo hard rock, pues el riff y composición es similar. Pretty Peggy se lleva las palmas por ser una bella canción acústica, heredera de aquel lado B que Zeppelin tuvo en su tercer disco, envuelta en la frescura de Wolfmother.
City Lights toma un giro alternativo que si bien no desagrada, no es el tipo de género que esperamos de los australianos. Aumentan los decibeles en The Simple Life: heavy metal clásico en su máxima expresión. Tristemente, las cuatro últimas canciones, no terminan por convencer. Suenan idéntico todo el tiempo y aunque la fórmula ha funcionado para sus connacionales AC/DC, aquí se siente génerico. Quizá salvo Happy Face, clara influencia del rock setentero de Norman Greenbaum.
Stockdale ha reunido un buen conjunto, la producción a cargo de Brendan O’Brien es pulcra (Stone Temple Pilots, Rage Against the Machine) pero… ¿Dónde quedaron los grandes himnos?