Recientemente, Richard Z. Kruspe, guitarrista de Rammstein y uno de los músicos de rock alemanes más reconocidos de la historia, dio una serie de entrevistas, a propósito del lanzamiento de “Silent so long”, la nueva producción discográfica de su proyecto alterno Emigrate. En una de estas entrevistas en particular, otorgada a Heavy Magazine Australia, además de promocionar la tan esperada secuela al disco debut de la banda, el señor Kruspe respondió a una serie de inevitables preguntas acerca de Rammstein –y decimos “inevitables” porque ninguno de los integrantes del sexteto teutón puede ni podrá despojarse jamás de la sombra de esa gigantesca agrupación a la que pertenecen. No importa si es Till Lindemann el que está siendo entrevistado respecto a su faceta como escultor plástico o Christian Lorenz acerca de su negocio de renta de autos; siempre, invariablemente, Rammstein está presente en todo lo que hacen.
Algunas de las declaraciones vertidas por el guitarrista alemán en esta entrevista han generado inquietud entre los millones de seguidores de los autores de “Du Riechst So Gut”. ¿La razón? En ellas se respira un ligero aire de insatisfacción, quizá de hastío con relación a la banda, las giras, y el proceso de grabación. –Depresión. Una gran depresión. Terminé la gira con Rammstein y terminé bajoneado- fue la respuesta de Kruspe ante el cuestionamiento del origen del nuevo álbum de Emigrate. Fue la depresión y –suponemos- el cansancio de la extensa gira Made In Germany lo que hizo que RZK buscara una vía de escape y relajación creativa. Y este paliativo, para él, se llama Emigrate.
Emigrate es para Kruspe mucho más que una banda; Es el lugar donde puede dar rienda suelta a su creatividad, y sobre todo, donde él es quien tiene siempre la palabra final. Al igual que Jean-Baptiste Grenouille, protagonista de Das Parfum, RZK escapa a Emigrate –el mundo donde él es Amo y Señor- cuando la vida con Rammstein se torna simplemente, insoportable. Y como no hacerlo. Rammstein es un proyecto integrado por seis grandes músicos, y esto quiere decir seis enormes egos. A pesar de su connotación negativa, el ego es uno de los principales ingredientes de la creatividad, y todos los grandes artistas están llenos hasta las orejas de él. Imagine usted ahora, amable lector, la batalla de egos que debe ocurrir al interior de la agrupación alemana más exitosa de la historia del rock. Particularmente en el estudio de grabación. –No, no, no- responde enfático Kruspe cuando se le comenta que la experiencia de grabar con Rammstein debe ser genial. –Es un montón de sufrimiento- continúa. -Con Emigrate me doy cuenta de la persona que soy, me gusta estar en control y ser el único que puede tener una opinión […] Rammstein [en cambio] es tán democrático y muchas de las decisiones se llevan a cabo por los egos, no por la música. […] Tenemos una responsabilidad al ser una banda como Rammstein. Pero si me preguntas si disfruto grabar con Rammstein, no, no lo hago-
Una lectura fácil y superficial de dichas declaraciones puede arrojar como conclusión que pesa sobre Rammstein la amenaza de una inminente ruptura. Pero quienes hacen dicha lectura superficial, evidentemente, sólo conocen a la banda también de manera superficial. Richard Z. Kruspe no se separa de Rammstein. No hay en sus declaraciones nada que lo indique. Lo vertido en la citada entrevista refleja sólo el hartazgo natural –y comprensible- de quien lleva prácticamente más de veinte años trabajando con el mismo grupo de personas: Una relación increíblemente parecida a un matrimonio comunal, con sus altas y bajas. Refleja también la responsabilidad que pesa sobre quienes han visto a su agrupación escapársele de las manos; Rammstein ya no es de ellos, es del público y de sus millones de seguidores en todo el mundo. Esta responsabilidad representa una pesada losa sobre los hombros de las mentes creativas de la banda, particularmente Till Lindemann y Richard Z. Kruspe, porque a pesar de que declaren lo contrario, saben que ya no componen para ellos mismos –componen para los fans. Es por todo esto que RZK busca el escape de su proyecto alterno -[Emigrate me da] el balance para permanecer en Rammstein. Sin Emigrate ni siquiera podría pensar en seguir ahí […] Emigrate me balancea-
Pero –y esto es vital- RZK sólo busca refugio en su segunda banda cuando Rammstein se encuentra en un periodo de inactividad, como el actual. Para ponerlo en palabras claras y concisas, si Rammstein es el trabajo, Emigrate son las vacaciones. Los Godínez que siguen a esta tres veces H. Revista de Rock y que leen esta columna, leerán en esta última frase que RZK odia a Rammstein –así como los Godínez odian sus propios empleos- Pero habemos quienes sí amamos la labor que desempeñamos y que nos remunera. Kruspe es uno de ellos. Por si el enorme “Amo a Rammstein” que RZK declara en la misma entrevista no fuese suficiente, tomemos como ejemplo esta otra declaración que realizó para Metal Hammer:
-Mi asunto con Rammstein es que jamás va a terminar… Es un concepto que ha desarrollado su propia química, su propia energía… no es algo que se vaya a acabar-.
En palabras del propio Richard Z. Kruspe: Rammstein no se va a acabar. Jamás. Fin de la historia.
Antes de finalizar esta columna, sin embargo, es digna de mencionarse la desmedida reacción negativa que las declaraciones de Kruspe han provocado entre las comunidades de fans, particularmente en las redes sociales. “¿Qué le pasa a ese idiota? Richard no sería nada sin Rammstein” leí hace poco, entre un mar de comentarios similares. Y bueno… en nuestro amado México no existen fans con sentido crítico. Somos una nación de seguidores con pasión desmedida y carente de raciocinio, que no sabemos de medias tintas. O amamos u odiamos. Si a esto le sumamos los defectos de una comunidad llena de adolescentes impresionables y prejuiciosos como los metaleros, que no solo admiran sino que rinden culto, idolatran –en el peor sentido pagano del término- y veneran a las bandas que siguen, podemos entonces comenzar a comprender –que no justificar- reacciones tan imbéciles. Quienes así se expresan del nativo de Wittenberge, no tienen idea alguna del rol fundamental de Kruspe en la banda. No sólo es la mente creativa detrás de la música; no sólo es el complemento indispensable de la mente maestra detrás de las letras –Lindemann-. RZK es, sencillamente, el fundador del Ariete de Piedra.
Sí… Richard Z. Kruspe no sería nada sin Rammstein.
Pero Rammstein simplemente no existiría… sin Richard Z. Kruspe.
Que nunca se les olvide.