La psicodelia de Graveyard alucinó al Indie Rocks!

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“Graveyard” en ingles significa cementerio, pero la banda sueca con este nombre es todo lo contrario a una losa muerta y fría. Su música es un viaje demencial de estilos sonoros y mezclas alucinógenas que elevan tus sentidos a la locura y el frenesí, lo cual quedó más que visto ante los ojos de la gente que prácticamente abarrotó el foro Indie Rocks!.

La velada comenzó con la actuación de las bandas nacionales Cánibales y El Brujo. Minutos más tarde haría su aparición el proyecto Los Blueyards que hicieron gala de un rock stoner potente y poderoso que se ganó al público de inmediato, y que con cover a Black Sabbath incluido se fue aplaudido en cada canción; sin duda una propuesta a seguir y llena de energía.

 

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En esta ocasión el foro decidió dejar una especie de espacio libre entre uno de sus muros y la gente por el que solo podían circular los fotógrafos para entrar al pit de prensa al inicio de cada banda y eso si, en cualquier momento los vendedores de cerveza; lo cual ocasionaba incomodidad para quienes estábamos acostumbrados a podernos mover a nuestras anchas en la pista en el pasado. Pero olvidamos todo cuando Graveyard hace su triunfal aparición al ritmo bailable de “Hisingen Blues”, seguido del enorme poder de “Goliath”. La flamante guitarra roja estilo setentero de Joakim Nilsson se balancea de un lado a otro en “Walk One”, para que luego las luces rojas sean el marco perfecto del sonido rocoso de “Cold Blood”.

Abajo en la pista la gente baila, brinca y se agita cerveza en mano como si hubiera consumido una pastilla de éxtasis, cuando en realidad todo es efecto de la sobredosis sonora con canciones como “Buying Truth (Tack & Förlåt)” y esa montaña DSC 8088rusa que es su inicio lento y cadencioso que termina en velocidad desenfrenada. Truls Mörck bajo en mano toma en este momento las vocales para interpretar “Uncomfortably Numb”, y luego la presentación continua con “Bird of Paradise”, “The Fox· y “Please Don’t”. Y es que aunque tenemos que admitir que la banda es parca y seca en su interacción con el público y solo se dedican a lo suyo que es tocar, cuando uno es atrapado por esa combinación de rock stoner, grunge, blues y jazz no importa nada más que dejarse llevar por magistrales píldoras auditivas como “Hard Times Lovin´”. Un sonido que me recuerda a algún tipo de sirena anunciando un bombardeo se hace presente como introducción a “An Industry Of Murder”, y la cosa sube de intensidad con los saltos, bailes locos y hasta slam que se desatan en “It Ain’t Over Yet” y “Magnetic Shunk”, canción con la que Graveyard se despide momentáneamente.

Tras un breve descanso luces verdes llenan el recinto y una entrada que te hace sentir en el espacio prepara los oídos para el DSC 8125regreso de la banda. La droga auditiva vuelve a ser inyectada con la alucinante combinación de ritmos de “Low (I Wouldn’t Mind)”, seguida de un breve solo de batería en manos de Oskar Bergenheim. La fiesta entonces tiene que encontrar su clímax y lo hace con ese guitarreo lleno de psicodelia que es el sello característico de “Ain’t Fit to Live Here”. Graveyard decide ahora si despedirse, pero lo hace invocando desde la profundidad del océano a su criatura mística en “The Siren”, tema que con ese inicio a capela de Nilsson generó una sintonía para no olvidar entre su voz y la gente. La banda ahora si se despide y aunque sin hablar mucho, se nota se van satisfechos por su actuación.

Rock psicodelico y alucinante para agitar la melena
La loca mezcla de sonidos desde el hard rock hasta el blues de Graveyard enloqueció a sus seguidores, en una noche por demás demente e inolvidable para quienes llenaron el Indie Rocks!
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