Recuerdo aún la primera vez que escuché a Korn, tenía 9 o 10 años, estudiaba cuarto grado de primaria. Rubén “El pez”, uno de mis amigos más allegados del salón, sacó, recuerdo, de su mochila un disco pirata pero bien conservado, y me dijo: “Escucha esta madre, te va a latir”, lo tomé y sin hacer ningún comentario lo guardé. Era el Untouchables. Observé la portada y me gustó, a pesar de que a mi corta edad no estaba acostumbrado a ese tipo de contenidos.
De inmediato lo puse en el reproductor y me dispuse a darle “play”. Here to stay sonó a lo más y me emocionó, así seguí escuchando sin despegarme de la bocina hasta que sonó el último track. A partir de ahí, me dediqué a investigar más de la banda. Ese, mi nuevo descubrimiento, se convirtió en algo enigmático que me generaba curiosidad y sed de conocer cada vez más y más.
Por casualidad, un día me encontraba en una tienda de discos de esas que ahora ya empiezan a desaparecer, justamente buscando material de Korn, me dirigí a la letra “K” cuando mi mirada se dirigió a un disco que llamó mi atención: Era una portada diferente a las demás, a manera de dibujo, en la que se veían al fondo una serie de nubes en un contexto de atardecer, unos niños se encontraban en una especie de imperfección de alguna meseta mientras al fondo de la imperfección geográfica se apreciaba una niña corriendo al vacío sobre un juego de avión dibujado en el suelo. En la parte inferior derecha decía: Follow the leader. Lo compré y, ansioso de escuchar mi nueva adquisición, me dirigí a casa.
Me pareció extraño el hecho de que los primeros trece tracks marcaban pocos segundos sin escucharse ningún sonido (Después supe que en su conjunto, las trece piezas conforman un minuto de silencio en honor a un niño fan de la banda que murió a causa de cáncer y su último deseo fue conocer a los integrantes de su grupo favorito) (también a él le compusieron “Justin” que se incluyó en el disco). Posteriormente se escuchó un sonido que parecía el zumbido de un mosco, seguido del ritmo pausado del bombo, enseguida un rugido que decía “It’s on!!”…
La emoción y adrenalina que me generó aquella explosión de guitarrazos acompañados de efectos singulares fue incomparable, nunca antes había escuchado una catarsis musical de esa índole. Los dos temas que siguen son los emblemáticos Freak on a leash y Got the life, después algunos temas en los que participa Ice cube o Fred Durst de Limp Bizkit, por ejemplo, llenan de versatilidad a un álbum que se convirtió en un clásico. Reclame my place, Justin, Seed y un también rapeado Cameltosis son la antesala de un My gift to you que llega a cerrar con broche de oro una obra llena de energía y altos decibeles.
Después de su álbum debut en 1996 y Life peachy en 1997, en 1998 Follow the leader reivindicó a Korn en la escena internacional. La banda solidificó sus cimientos con un potente sonido que se estableció como la marca de la casa con las coordinadas guitarras de siete cuerdas de Head y Munky, un bajo aumentado a cargo de Fieldy, la batería consistente de Silveria y la consistente voz de J. Davis. Básicamente Korn ha creado una identidad que con el paso de los años ha sido objeto de discusión entre fans y críticos del género, mientras algunos niegan que la música de la banda es metal, otros afirman que abrió la puerta hacia un nuevo estilo denominado Nu metal.
Follow the leader marcó un hito entre el Korn que vio a la luz un Korn adolescente pues en su siguiente álbum Issues, la banda muestra una faceta más oscura que nunca había experimentado. Sin embargo, Follow the leader ayudó a la banda a establecer su identidad frente a una fuerte ola de bandas de metal que surgía en la década de los noventas. El álbum cumple 20 años en agosto y lo quieren celebrar con todo: apenas en esta semana acaban de anunciar tres conciertos que tendrán lugar en Estados Unidos. Los fervientes fans de Korn esperan que los chicos del maíz den a conocer más fechas para la gran celebración. Por su puesto que los fans mexicanos no pierden las esperanzas de que la gira pueda llegar al otro lado del Río Bravo.
Y aunque la banda ha tenido algunos cambios de alineación con la partida de su guitarrista Head en 2005 (que regresó en 2013) y su baterista Silveria en 2006, también se han visto obligados a integrar nuevos elementos a su música, revolucionado sus shows en vivo con percusiones, arreglos electrónicos y diversas adaptaciones de las piezas musicales. Korn tiene, y de sobra, argumentos para seguir con vida en un entorno tan diverso y plagado de nuevas bandas.
Si, lo sé, no estuve ahí en la época gloriosa de Korn; no soy fan desde que salió el primer disco ni fui al primer concierto que dio en la Ciudad de México en 2002 junto a Linkin Park, Marilyn Manson y Mudvayne. Tampoco me tocó ver en vivo a la alineación original pero, los gratos recuerdos de toda una generación siguen de pie, Korn sigue de pie y más vivo que nunca, demostrando que el Nu metal morirá cuando Korn muera.