La noche para celebrar 40 años del legado de Bauhaus fue sin duda inmejorable: el recinto era el idóneo con su arquitectura exquisita y elegante, y lucía oscuramente bello con todas y cada una de sus butacas ocupadas por algún amante del rock gótico después del exitoso sold out. Mientras en el escenario ya la banda encargada de abrir el evento Descartes A Kant se presentaba, los fans seguían ingresando haciendo fila para que uno de los acomodadores del lugar los llevara a su preciada butaca.
Las artísticas esculturas blancas gigantes que flanquean los costados del teatro parecían esperar expectantes que el vampiro mayor haga su aparición. De pronto las luces se apagan y la oscuridad devora el recinto, y Peter Murphy acompañado de sus músicos hace su aparición luciendo una chaqueta con brillos que rompen la penumbra al ritmo de “Double Dare”. Desde el inicio cabe destacar el asiento terminó sirviendo solo para recargar el bolso o el abrigo, pues todo mundo se puso de pie y nadie se quedó sentado en ningún momento durante toda la presentación. El cantante se mueve a un costado y luego hasta el otro extremo mientras interpreta “In The Flat Field”, tema homónimo de aquel disco debut de Bauhaus considerado punto de partida para el nacimiento del movimiento gótico, y el cual es el semillero de donde se desprenden todos los temas de la primera parte de este show. Es por ello que el siguiente tema es “A God In An Alcove”, donde Murphy levanta con teatralidad una pequeña corona, y el orden del lado A del disco continúa con el inconfundible ritmo monótono y denso de ” The Spy In The Cab”, donde utiliza un pequeño altavoz para hacer el sonido de una sirena. Si eres fan de Bauhaus y conoces a la perfección este álbum te preguntarás: ¿Y dónde quedó “Dive”? Bien, eso lo responderemos más adelante.
El lado B del glorioso álbum es ejecutado comenzando por “Small Talk Stinks”, donde el mencionado altavoz es ahora usado para hacer aún más sonoros los coros, y es también el momento en el que la deslumbrante chaqueta de Murphy desaparece y el veterano cantante solo con su playera puesta ofrece un look mucho más juvenil. Los ritmos se aceleran a un sonido más punk con “St Vitus Dance”, y esos inconfundibles graznidos al final; para que luego usando la base del micrófono como soporte en su espalda y por detrás de sus brazos, Peter Muprhy simule una pose parecida a la crucifixión mientras hace sonar “Stigmata Martyr”. Con “Nerves” y ese potente acelerar al final de la canción que pone las pulsaciones a mil entre los asistentes llegamos al final de este primer acto, donde ha quedado de manifiesto que la voz de Murphy cumple con los requisitos de inmortalidad vamprírica que se le atribuyen, pues sigue sonando impoluta e idéntica 4 décadas después.
La segunda parte del show dedicada a repasar algunos de los más grandes éxitos de Bauhaus da inicio con un Peter Murphy de nuevo ataviado con una sobria chaqueta oscura debajo de una enorme bufanda roja, que asemeja el magma volcánico de “King Vulcano”, y su muy característica entrada de ritmo de música de juglares; para después anunciar la llegada de su reino con “Kingdom’s Comming”. Es en este momento donde Peter Murphy aprovecha para presentar a todos sus músicos llevándose los aplausos más sonoros por supuesto el bajista David J, quien luce inmutable con sus gafas oscuras mientras ejecuta con inmensa sobriedad su instrumento haciéndolo arder con los acordes de “Burning From The Inside”. El poder de “Silent Hidges” entonces se hace presente, y Murphy no puede evitar mover sus piernas de manera cadenciosa y haciendo un paso latigueante con ese ritmo.
Existen momentos específicos donde los conciertos alcanzan la cúspide de las emociones, y en este sin duda dicho momento se dio cuando Peter Murphy se sube el cuello de su abrigo simulando la capa de Drácula; y el inconfundible bajeo de “Bela Lugosi’s Dead” arrancó aplausos, gritos y hasta llantos por parte de los seguidores de Bauhaus: una postal de verdad para no olvidar jamás. La verdad es que el show que Murphy ofrece está perfectamente elaborado y te mantiene a la expectativa de no perderte que hará esta vez el gran vampiro, como por ejemplo tomar un instrumento de viento parecido a un clarinete mientras lo hace sonar detrás de la batería cuando “She’s In Parties” es tocada. El momento de ponerse a mover un poco el esqueleto en el Metropólitan llega de la mano de un par de temas muy movidos como son “Adrenaline” y “Kick In The Eye”, para que al terminar de tocar “The Passion Of Lovers” los músicos hagan con la mano el ademán de que se despiden y dejen el escenario por un momento.
Después de unos minutos de total oscuridad cortada únicamente con unas leves luces moradas, Peter Murphy regresa al entarimado luciendo en su enésimo cambio de ropa una chaqueta de diseño atrevido y un color carmín imposible de pasar desapercibido. “Vamos a tocar un tema que se nos perdió en el camino, que pertenece al disco que ejecutamos en la primera parte del show”, se justifica el inglés para volver a acelerar la velada al ritmo de “Dive”. Honestamente desconocemos que pasó o porqué la omisión de dicho tema en el momento en que la ejecución del “In The Flat Field” se llevó a cabo, pero fue agradable nos fuera restituida. Y entonces ahora si la llama del concierto empieza a extinguirse, pero todavía hay tiempo para desvivirse en aplausos cuando el cover de “Ziggy Stardust” original de David Bowie se hace presente. Tras un pequeño nuevo breve encore, Peter Murphy regresa y tocando espalda con espalda con su guitarrista se despide ahora si al ritmo de “The Three Shadows, Part II”.
La noche termina y las luces se encienden, y los rostros de los amantes del gótico solo reflejan sonrisas y una enorme satisfacción: saben bien que esta experiencia es lo más cercano a poder presumir haber asistido a un concierto de Bauhaus en la actualidad con 2 de sus miembros originales presentes, y la verdad es que fue una presentación inolvidable. Quizá algunos pedían un setlist un poco más duradero teniendo en cuenta en la gira han tocado un par de canciones más – el cover de “Severeance” o la dolorosamente ausente en esa noche “Dark Entries”-, pero en general lo que se respira es la glamorosa satisfacción de haber vivido una noche para la historia dentro de la escena del rock gótico nacional. Aquí no hubo botellazos ni nada de mal humor, sino solo un Peter Murphy lleno de buen humor y ganas de hacer performance, en una celebración de todo un legado al que esperemos le quede más tiempo de vida más allá de estas 4 décadas.
Fotos cortesía de Eyescream Productions.